Ejército de Varend
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Ejército de Varend

Lugar de reunión de los soldados varendianos
 
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 ROL: Inicios de Varend

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Fufiroth

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MensajeTema: ROL: Inicios de Varend   ROL: Inicios de Varend I_icon_minitimeDom Mayo 28, 2017 1:12 pm

Normalmente, las leyendas e historias pueden comenzar de una manera bastante oscura: un villano que pronuncia un hechizo, una persecución por las calles, un misterio que no queda resuelto... y ésta no es una excepción. Solo que la oscuridad no era metafórica, sino algo más... literal.

Nadie tenía la culpa, por supuesto, de que aquel día en Linde de la Divinidad lloviera a cántaros haciendo que la actividad callejera se reduzca a niveles que no se verían en mucho tiempo. La mayoría de los ciudadanos habían optado por pasar el día en sus casas, y los puestos no tuvieron ningún reparo en cerrar cuanto antes, ya que sus dueños también buscaban un refugio para resguardarse del frío. En la Jarra Rota, aquella taberna que en sus días había acogido a muchísimos clientes, tenía los ánimos por los suelos. Había dejado de llover, pero los nubarrones seguían dominando el cielo, y por lo tanto, daba lugar a un ambiente más deprimente. La clientela de aquel día estaba centrada en 3 personas: Un elementalista encapuchado en a la barra, al lado de una mujer (bastante guapa, por cierto), y un chico que estaba sentado junto a una mesa llena de papeles, frente a la ventana. El silencio que rondaba a éste reducido grupo de clientes, se rompió enseguida:

-¡Camarero!-llamó el chico de pelo negro de la mesa -Un plato de estofado, por favor.

-Y ya de paso, algo para beber- dijo el elementalista.

A pesar de que el camarero (que estaba cansado por el inmenso aburrimiento) dijera que cumpliría enseguida con su cometido, la mujer no pudo evitar enfadarse con la actitud de los otros dos. Opinó para sí que en un lugar como éste tampoco hacía falta gritar de ese modo, y cuando vio que el camarero terminó, lo llamó de un modo más discreto para preguntar por la cena. El joven de la mesa, viendo que el camarero estaba distraído con la mujer, abrió un poco la ventana, a pesar de que previamente se lo había prohibido. Él tenía bastante calor y quería que corriera un poco el aire. Además, había intentado juguetear con un gato que se encontraba fuera, pero éste le había hecho caso omiso, por lo que quiso cumplir con un capricho momentáneo. El camarero entró a la cocina, y fue cuando los papeles de la mesa salieron volando por culpa de la corriente. Uno de ellos, aterrizó en la barra, justo en frente del encapuchado y de la mujer, dónde claramente podía leerse bien claro la palabra ''VAREND''.

-¡¿Qué diantres?!- exclamó la mujer, que no dudó ni un instante en coger el papel y leer la palabra de nuevo. Se volvió al propietario de éste, que estaba recogiendo el resto del suelo con gesto de disgusto -Oye, ¿buscabas ésto?- le dijo mientras se lo tendía.

-Ah, si, muchas gracias- contestó el joven mientras se levantaba, ya con todo recogido. Él estiró el brazo para recibirlo, pero ella lo apartó.

-No tan rápido- dijo ella -¿Qué es esto?

-¿Eso? Puees... una historia que estoy escribiendo. Agradecería que me lo devolvieras, no quiero que nadie me robe mis ideas.

-¿Y casualmente utilizas el nombre de una reliquia legendaria?

El chico arqueó una ceja, sin saber muy bien qué decir. Su intuición le decía que ella sabía algo más e intentó que dijera algo sin éxito alguno. Ella se dio la vuelta y comenzó a leer el papel sin que le importara nada más.

-Vale, hay que cambiar de tono -el chico sacó una pistola de su chaqueta y apuntó con ella a la cabeza de la mujer, quitando el seguro. Habló con un tono muy distinto -Para de leer y devuélveme eso.

El elementalista, que había observado toda la escena de reojo, se llevó la mano al cetro, a la espera de si debía intervenir. Le dijo al chico que se relajara, manteniéndose en tensión, pero la chica se dio la vuelta de nuevo y le entregó el papel sin inmutarse.

-Vais muy perdidos -dijo ella -esas cuevas han sido exploradas mucho antes.

El joven guardó la pistola y al recibir el papel, prefirió ponerse al lado de ésta, para iniciar una conversación.

-Espero que no hayan más problemas -espetó el mago.

-Métete en tus asuntos, elementalista -contestó el joven con desprecio.

-Eso, nadie te ha dado vela en este entierro -añadió la mujer.

El mago quiso igualmente estar atento a la conversación mientras bebía su cerveza. Mientras tanto, ¿por qué el camarero tardaba tanto? Con tan pocos clientes... sin duda no era normal. El chico ya se puso más cerca de la mujer mientras hacía amago de enseñarle el diario que portaba y el resto de los papeles.

-Por supuesto que íbamos perdidos -comenzó a explicarle -Nuestro líder nos llevó hasta ahí, pero por lo que he visto se confundió de signos a la hora de traducir los glifos... Y mis compañeros murieron por eso que estábamos buscando.

-¿Eres del grupo que fue a Arah?- preguntó ella. Le habían llegado rumores de un grupo que fue a buscar el misterioso artefacto.

-¿Arah? No... Nunca he pisado ese lugar... -El chico no tenía la intención de ir ahí. Los restos de Zaithan seguían haciendo de las suyas por el lugar.

-Lamento la pérdida de tus compañeros.

-Gracias... aunque espero que puedas arrojarme un poco de luz en el asunto... ¿Qué es eso de Varend?

En ese instante, el mago se puso más alerta.

-¡¿Qué has dicho?! -exclamó, reclamando atención.

-Pues... Varend, eso he dicho -contestó el chico.

-¡¿Eres idiota o qué?! -exclamó la tercera, a punto de soltarle un puñetazo -Esas cosas no las puedes ir diciendo tal cual.

-Resulta que yo también voy a la busca de ese artefacto misterioso -el hombre se quitó la capucha para descubrir su cara, resaltando su cabello rubio -mi mentor me habló de él en su lecho de muerte. A mi también me gustaría saber qué es.

-Eso, mujer... ¿Qué es Varend?...

-Varend es... -empezó a decir la mujer, tomándose su tiempo -mi vida...

-¡UAU! O sea, que es tu novio, ¿no?

El mago, al oír la contestación no pudo evitar reírse a carcajadas. En cambio, la mujer no fue tan permisiva con el otro.

-Por la ceguera de Kormir, eres tonto ¡¿no?! -tuvo que reunir una buena parte de su voluntad para no soltarle un guantazo ahí mismo.

-Venga, venga... no nos encendamos así... Ya verás cómo somos más amigos con alguna copa -contestó el mago mientras se dirigía al interior de la barra. El camarero parecía que no iba a volver o algo, así que decidió él mismo coger una de las botellas y 3 vasos, para colocarlos frente a ellos. Sirvió en éstos, ofreciendo uno a cada uno, y alzó la suya propia -Venga, soltémonos un poco más.

En aquel instante, el camarero salió de la cocina, cargando con una bandeja en la que portaba un plato con estofado, servilletas, cubiertos, y una copa con vino. Normalmente, le reprendería al mago o a algún otro cliente aquella actitud, pero su cansancio se notaba tanto que ni vio al elementalista alzando la copa. En serio, ¿qué sucedía con él? Si su jefe se enterara... Aunque con los múltiples cambios de dueños que tuvieron la Jarra Rota, ¿quién era el jefe ahora?

-Necesito saber antes que sois de fiar y además que poseéis las habilidades adecuadas para la búsqueda del artefacto -comenzó a explicar la chica -No puedo fiarme de cualquiera.

-Oye, ¿ésta está ligando con nosotros? -el pelinegro adoptó una sonrisa burlona. Sin embargo, la pregunta tenía más seriedad de lo que parecía -Quiero decir, mírala, se hace la difícil, ¿no es así como funciona?

-Claro que sí -el mago comenzó de nuevo a reír -Lo peor de todo es que es muy efectivo.

-Por Melandru... que os den a los dos -la mujer, ya harta, cogió la bandeja, y se fue a la mesa junto a la ventana, cansada de la situación. Arrojó una parte del estofado al gato que había fuera, que lo había cogido al vuelo.

El joven supo que la mujer no hablaría por las buenas, por lo que había que buscar otro modo. Se fue a la puerta junto a la cocina, bajo la atenta mirada del mago, que no le quitó ojo en todo momento. Asomándose, pudo comprobar que el camarero se había quedado dormido en una silla, y rápidamente realizó un Paso Sombrío hacia éste. Le quitó una de las llaves que portaba en el cinturón y con la misma técnica, reapareció en el lugar de antes. Se dirigió a la mujer, que seguía picada por el asunto.

-Oye, acabo de alquilar la suite de la Jarra Rota -dijo mientras le mostraba la llave -Podríamos ir arriba y hablar los tres tranquilamente del artefacto, ¿te interesa?

La mujer suspiró. No, no iba a cenar tranquila. Dejó el plato de los restos del estofado fuera para el gato y se levantó, y con mala gana contestó, mostrándose de acuerdo. El mago aprovechó para coger una botella y vasos, y los 3 se dirigieron a la mejor habitación de la Jarra Rota. Entraron para disponerse a hablar... sin ni siquiera haberse presentado previamente.

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Fufiroth

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MensajeTema: Re: ROL: Inicios de Varend   ROL: Inicios de Varend I_icon_minitimeVie Jun 02, 2017 1:15 am

El elementalista, al entrar en la habitación, se dirigió al fuego. La mujer, por su parte, había decidido ir junto a la cama y esperar. El joven ladrón de pelo negro cerró la puerta cuando la dejó detrás de sí mismo.

-Bueno, rubia, ¿nos vas a aclarar algo sobre el tema V-A-R-E-N-D? -dijo mientras revisaba hacia los lados de manera exagerada.

-Y ahora se preocupa de que le oigan después de haberlo gritado a los cuatro vientos... -murmuró ésta, molesta.

-Te he oído -mintió el ladrón.

-Oye, es cierto -intervino el mago -Deberíamos ya intentar arrojar un poco de luz a éste asunto...

-Vale, de acuerdo -dijo la arquera, sacando unos papeles -Aquí tengo unos acuerdos de confidencialidad que debéis firmar antes...

-Espera, espera -interrumpió el pelinegro -¿De verdad quieres hacernos firmar eso? ¿No te das cuenta de que yo también tengo información que darte? -Sacó de nuevo el diario para enseñárselo.

-¿Y tú no te das cuenta de que ni siquiera sé tu nombre? -contestó ella.

-Ni yo el tuyo tampoco. Y estamos en la misma habitación. Pero oye, me pasa muchas veces con mujeres diferentes -el ladrón se interrumpió. ¿Debería hablar de esos temas?

-Éste de aquí es tonto -contestó ella dirigiéndose al mago, que tan sólo sabía el nombre de la reliquia, pero nada más.

-Tan sólo remarco lo absurdo de la situación. Además... -el pelinegro se interrumpió y con un gesto les instó a callar a sus acompañantes, que lo miraron sorprendidos -Viene alguien... ¿lo oís?

Tres pequeños golpes se oyeron en la puerta, a modo de que alguien tocara, de manera muy pausada. Primero, hubo un silencio incómodo, hasta que el elementalista preguntó al ladrón:

-¿Nos escondemos?

-No... Sabe que estamos aquí. Si no, no hubiera tocado la puerta.

-¿Le has contado a alguien lo de Varend antes, ladrón?

-No -el pelinegro lo había guardado en el más absoluto de los secretos hasta ese momento -Pero mejor tomemos posiciones. Rubia, ocúltate junto a la viga. Mago, ponte frente a la puerta, pero no te acerques. Abriré y me ocultaré por detrás... -cogió su daga y se dirigió a la puerta mientras los demás cogían sus posiciones. Cuando observó que sí, con una señal que les hizo para que se prepararan, abrió la puerta y se ocultó por detrás.

El visitante resultó ser el camarero de antes. Estaba tremendamente pálido y sudoroso. Además, se tambaleaba, como si le costara mantenerse en pie. Fue entrando muy lentamente a la habitación, intentando murmurar algo.

-Oiga, ¿se encuentra bien? -preguntó el mago, tratando de ser natural.

-V... V... V... V... -al camarero no le salían las palabras.

-En serio, ¿No debería acostarse? -el mago estaba preocupado por el camarero.

-¡VAREND SERÁ MÍO! -exclamó del golpe el camarero, al mismo tiempo que aparecía un aura negra que rodeó su cuerpo. Alzó la mano hacia delante, y de ésta salió una pequeña masa oscura que se abalanzó sobre el elementalista, que proyectó un escudo a su alrededor. El hechizo chocó contra éste, rebotando hacia una lámpara, haciéndola añicos.

La rubia aprovechó para tensar una flecha en su arco y dispararla al gemelo del camarero, haciendo que cayera de rodillas.

-¡Espera, no lo mates! -exclamó el mago.

-Tan sólo le he dado en el gemelo, no creo que lo mate con eso... -contestó ella.

-Necesitamos información. Parece que lo están controlando...

Mientras tanto, el ladrón había aprovechado para cerrar la puerta de una patada y propinarle otra a la cabeza del camarero, haciendo que éste quedara boca abajo en el suelo. El mago aprovechó para acercarse a él mientras hizo que en su mano apareciera fuego. Lo acercó al camarero, que seguía tratando de murmurar algo.

-Habla -ordenó el mago.

-V... Vosotros... También caeréis... Como todos los demás... La obsesión que os dará el Varend hará que lo perdáis todo, igual que los otros... -al camarero seguía costándole hablar -Cuando os deis cuenta, ya será demasiado tarde...

La rubia, que había estado atenta a la conversación, no pudo evitar palidecerse al oír la palabra ''obsesión'' en aquella frase.

-¿Quién eres?

Sin contestar a la pregunta del elementalista, el aura oscura que rodeaba al camarero se despegó de su cuerpo, y con gran velocidad salió volando por la chimenea.

-Bueno, ¿te ha parecido eso suficiente contrato? -El ladrón fue directo a ésta para examinarla, pero no encontró nada -Menuda magia más... extraña, ¿sabéis de qué se trataba? -preguntó.

-¿Magia orriana, tal vez? -respondió la rubia.

-Magia oscura y prohibida... -dijo el mago.

-Me ha sonado como si fuera Nigromancia. Pero en fin, no podemos quedarnos aquí ahora. Tenemos que movernos. -El ladrón se dirigió al camarero, que seguía en el suelo inconsciente. Lo agarró de los hombros -Venga, que alguien me ayude.

Entre él y el mago lograron llevarlo a la cama. Lo tumbaron en una posición en la que la flecha, que todavía no estaba clavada en el gemelo (Hola Skyrim!).

-¿Sabréis curarlo? Sólo conozco primeros auxilios... -dijo el ladrón.

-Sí -contestó el rubio -Puedo curarlo con mi magia del agua...

-Genial. Ocupaos de él. Yo iré a ver cómo podremos salir de aquí...

El ladrón se dirigió fuera y cruzó el pasillo a las escaleras y observó. Habían venido unas pocas personas más, que estaban bebiendo y hablando bien alto. Pero de pronto, el grito del camarero que había provocado el elementalista al quitarle la flecha se oyó por toda la posada y los clientes miraron hacia arriba. Tocó improvisar:

-¡Vaya vaya! Aquella mujer le está dando de lo lindo. No sabía que tuvieran esos gustos... -dijo el ladrón mientras bajaba un poco las escaleras en una muestra de teatralidad.

Los clientes de golpe rieron y siguieron a lo suyo. El ladrón volvió a la habitación y se encontró con que el camarero estaba dormido y curado en la cama. Le tendió una capucha a la rubia:

-Ten, ponte esto -le dijo.

-Ah... no, no, no... -contestó la rubia -¿No puedo mejor llevar un sombrero?

-Mejor que no. No podremos salir sin ser vistos. Y los clientes de abajo se piensan que estás haciendo cosas aquí arriba. Y créeme, mejor que no te vean la cara. Deberías, de hecho, salir con actitud avergonzada.

La rubia cogió la capucha de mala gana y se la puso mientras salía del cuarto.

-No te conozco de nada y ya te odio.

-Me lo dicen de vez en cuando.

Salieron de la habitación, y el mago se puso su capucha. El ladrón, por su parte, usó su Magia de las Sombras para hacerse invisible.

-Yo iré delante y os iré guiando.

Bajaron las escaleras y salieron a la calle, con la mirada de los clientes siguiéndoles mientras cuchicheaban. El tiempo no había cambiado en absoluto, con los nubarrones que cubrían el cielo. Una vez fuera, el ''gato'' de antes se acercó a ellos. Resultó ser un tigre bastante grande.

-No, no puedes comértelo -le dijo la rubia mientras se acercaba -Ni tampoco al otro que estás oliendo.

-¿Adónde vamos? -preguntó el mago.

-Al barrio de Ossa. Hay una taberna con una posada más grande ahí. Venga, por la izquierda.

Se pusieron a caminar, subiendo unas escaleras para acceder al círculo interior de los talleres de Linde de la Divinidad, cruzaron el Pabellón, y luego bajaron para entrar al Barrio de Ossa. Una vez que se alejaron lo suficiente, la cazadora le devolvió la capucha al ladrón, y el mago también vio libertad para quitarse la suya. Entraron a la taberna, dejando al tigre fuera, esperando. La taberna estaba mucho más animada que la otra, con una cantidad muy alta de clientes, lo que animaba bastante el día.

-Id a la barra y preguntar por una habitación, yo investigaré un poco -dijo el ladrón, aún invisible.

Ambos se dirigieron a la barra, donde había un tabernero, que los recibió con una amplia sonrisa.

-Hola, ¿que desean? -preguntó.

-Queríamos una habitación -dijo la cazadora.

-¿Sí? Bueno, es normal, con el día que hace... Estoy seguro de que buscan un buen refugio. Hace un tiempo espantoso, y es natural que una pareja venga.

-No... no somos pareja... -dijo el mago.

-¡Anda ya! No hace falta que finjan -dijo el tabernero sin perder un ápice de su sonrisa -Si hacen una pareja excelente. Tengo una habitación en la primera planta, y justo ahora no hay nadie... Pueden tener mayor intimidad -pequeña risa -Es suya por 10 platas.

-Ah... -dijo la rubia -Pues nada cariño, por favor paga.

-No, cielo, me parece que hoy era tu turno...

-Eeehm... No cariño, estoy segura de que te toca a ti -dijo ella mientras inclinaba su cabeza para acercarse al tabernero -Verá... es que es un poco lento con las mujeres. No sabe como hay que tratarlas.

El tabernero no pudo evitar reírse mientras recibía el dinero del mago, quien se lo dio de mala gana. Le dio la llave mientras indicó la habitación correspondiente y los 3 subieron. Una vez dentro, el ladrón dejó de ser invisible.

-Uff... agota un poco mantenerlo tanto tiempo... -dijo mientras se apoyaba.

Se hizo un pequeño silencio entre los 3. Trataban de relajarse y asimilar lo sucedido. Pero el mago fue quien rompió con ello:

-Mi nombre es Valli SkyEye.

-Ah, cierto, que no nos hemos presentado... -dijo el ladrón -Yo me llamo Fufiroth, a secas, sin apellidos ni nada.

-Ailish Eyrial -dijo a modo de presentación.

-Bueno... teniendo en cuenta lo que ha pasado antes... tendríamos ya saber de que va el cotarro, ¿no? -dijo Valli a Ailish, que se sentó en el sofá.

-Está bien... -contestó ella -Varend es un antiguo artefacto místico. Nadie sabe que aspecto tiene o qué hace, pero  contiene un poder inmenso. Mi familia lleva generaciones buscándolo. Puede servir en la lucha contra los dragones o algún otro conflicto...

-¿Cuanto tiempo tiene de existencia? -preguntó Fufiroth.

-No se sabe. Hay muchas pistas de éste artefacto, pero la mayoría son falsas...

-Si son falsas, no son pistas...

-Pero hay una cosa que debéis saber antes -se puso más seria -Lo que mencionó antes el desconocido por la obsesión. Es muy cierto lo que ha dicho. La obsesión por la búsqueda de éste artefacto es muy grande, y muchas personas lo han perdido todo. Familia, amigos, cordura... todo desparece para ellos.

-Mucha cordura no me queda... -dijo Valli.

-Aún así debes tener cuidado.

-¿Tenemos alguna pista que nos pueda indicar la búsqueda del artefacto?

-Nada... -dijo ella, más rendida.

-En realidad... tengo algo. -dijo Fufiroth mientras se acercaba a la mesa. Sacó del diario y varios papeles, extendiéndolos. Ailish acercó más la cabeza para verlos -Mi jefe estuvo siguiéndole la pista al artefacto, pero nos llevó por el camino equivocado. Al revisar sus notas, me di cuenta de que a pesar de que no sabía el significado de esos glifos que ha estado traduciendo, se estuvo contradiciendo bastante. Tal vez también esa obsesión lo llevó a hacer deprisa y corriendo con tal de ir a un sitio para seguir la pista...

-Esos glifos me resultan familiares -dijo Valli -Los vi en los libros de mi maestro, sólo que no quiso que los mirara...

-Podríamos buscar por ahí -contestó Ailish -Tal vez tu maestro no quiso que la obsesión te cubriera a ti también...

-No lo creo... Mi maestro no me protegería...

-¿Qué clase de maestro no protege a su aprendiz?

La pregunta no obtuvo respuesta, por lo que Ailish siguió hablando:

-Mi padre también conoció a un norn, y estuvieron colaborando juntos en la busca del artefacto. Tal vez también nos pueda ayudar.

-Mira, no tenemos mal comienzo -dijo Fufiroth -Unos glifos que traducir y un norn que también sabe del tema...

-Sí, pero mejor nos ocupamos a partir de mañana -dijo Ailish -Tendríamos que dormir ahora.

Y así hicieron. Se quedaron en la habitación y fueron poseídos por el sueño.
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